SUBIDA
AL MULHACÉN DESDE ALMERÍA
“SENDERO DEL MAR AL CIELO”
3º
ETAPA: JORAIRÁTAR - ALCUTAR (BERCHULES)
RUTA:
LINEAL
DIFICULTAD: BAJA - MEDIA
DISTANCIA: 15 KM.
DURACIÓN: 5 HORAS
Desde la
plaza del Anchurón en el pueblo de Jorairátar, a 730 m. de altitud,
comenzamos la jornada pasando por la casa de Las Tres Esquinas y
continuando por la calle de la Iglesia para seguir por la calle
Barranco; Ascendemos levemente hasta llegar a una bifurcación, el camino
de la derecha es el camino viejo a Cádiar, actualmente conocido como el
camino de la ermita de las Ánimas, puesto que en él se encuentra dicha
ermita.
Las Animas
Benditas es una de las manifestaciones de religiosidad popular más
extendidas en La Alpujarra. Se trata de una devoción barroca extendida
en el último tercio del siglo XVII. Debían los vivos debían interceder
en la tierra por las almas de sus parientes muertos para evitar los
tormentos del Purgatorio y así obtener finalmente la salvación. Estas
ermitas se erigieron a partir de la rebelión de los moriscos, cuando las
matanzas de cristianos conllevaron un trauma colectivo que buscó
interceder por aquellas ánimas que pudieron morir traumáticamente sin
haber podido cumplir con todas sus obligaciones terrenales y estaban
penando sin solución de salvación. El tema llegó a calar tanto en el
devocionario que sobre este asunto hay infinidad de leyendas referidas a
apariciones de almas, luces inexplicables, procesiones luminarias (santa
compaña) y una multitud de hechos portentosos del mundo de ultratumba
que ha llegado hasta la actualidad. Concretamente esta ermita tiene
relación con la procesión de las Letanías que desde principios del siglo
XVII los vecinos de este pueblo realizaban por la muerte de varios
sacerdotes durante el alzamiento morisco. Dedicada a San Gabriel,
arcángel encargado de comunicar asuntos graves e importantes, su
devocionario estaba muy extendido en Jorairátar durante el barroco.
Este
camino mas adelante enlaza con la pista que lleva a Cádiar. Tomaremos el
camino de la izquierda siguiendo las indicaciones del sendero y
coincidiendo con la GR-142. Vamos en ascenso mientras abandonando el
pueblo entre huertas; si volvemos la vista hacia atrás, vemos una bonita
estampa de la torre de la abandonada ermita de San Gabriel y parte del
pueblo.
Comenzamos
a andar por el carril de tierra, vamos ascendiendo suavemente, el camino
hace un giro de 180º, a nuestra derecha sale un carril cementado
conocido como el de Algamonal que lleva a diferentes cortijos como el de
los Morales, Pozuelo, el de Genaro, Peregrin, etc. Y al tajo de la Cruz,
un nuevo topónimo relacionado con los martirios de cristianos durante la
rebelión morisca por colocar en este lugar una cruz en recuerdo de las
ejecuciones, y en donde hay cuevas naturales. Lo omitimos y continuamos
por esta pista principal, vamos paralelos al barranco del Arroyo entre
campos cultivados de olivos y almendros. Cruzamos el Arroyo del agua en
la cota de 760 m. de altitud y comenzamos una larga subida, poco después
de pasar una pronunciada curva, encontramos una bifurcación, omitimos el
carril de la izquierda que desciende y muere en un cortijo y continuamos
por la que llevamos a la derecha. Continuamos en ascenso más de 200
metros y encontramos una nueva bifurcación, omitimos el carril que sale
a nuestra derecha y que lleve al cortijo de Viña Llano y a la rambla del
Repenil pasando por la Haza de la Vega. Seguimos recto por el carril y a
unos 700 metros encontramos nuevamente otra bifurcación. En esta ocasión
giramos a nuestra derecha (Norte) pasando junto a gigantes pitas y
abandonamos el carril principal que te puede llevar a la rambla del
Repenil por el cortijo de los Cipreses y por el cortijo la Noria o
ascender a 1.031 m. hacia el cortijo del Monte y otros cortijos. La
presencia de cortijadas en este ámbito serrano nos permite advertir una
de las características de la montaña mediterránea y es la antropización
del medio en cotas altas, dada la benignidad del clima. Terrenos
incultos mezclados con labrantíos y construcciones en simbiosis perfecta
constituyen un paisaje perfectamente integrado en un medio de
explitación silvopastoril muy característico de la comarca alpujarreña.
Ascendemos
unos metros y encontramos unas antenas junto a unas cuadras de ganado
bovino entre almendros, ruinas del cortijo Erévalo y su era. Al pasar
estas cuadras, aparece ante nosotros unas increíbles vistas panorámicas
sobre la vertiente sur de Sierra Nevada con sus pueblos encajonados:
Si miramos
hacia el oeste, vemos Alcútar y un poco del pueblo de Bérchules, al
frente vemos Yator y por encima Mecina Bombarón y más hacia es Este,
Yegen, Valor y por encima de este, un poco del pueblo de Nechite,
Mairena, Jubar, Laroles, Alcolea y la Sierra de Gador. Estos corredores
naturales que facilitan una visión espacial de conjunto nos permite
evocar la importancia de los cordeles pastoriles alpujarreños y del
trasiego pecuario –tan importante en la comarca- que buscó los
pastizales en altura en verano y los hervazales de invierno en cotas
bajas, perfectamente implementados con los rastrojos de las vegas. La
transhumancia transterminal alpujarreña, dentro de la mesta granadina
constituye un pasado trascendental para esta comarca que conserva todo
un legado que está por estudiar y que sin duda fue una vía de
comunicación simpar.
En este
punto del camino hemos alcanzado los 850 m. de altitud y encontramos
otra bifurcación; si giramos hacia nuestra derecha (Este) bajamos a la
Rambla por el cortijo Haza Vega, lo omitimos y comenzamos el descenso
por la cuesta Juan Alonso (Oeste).
Vamos
perdiendo altura a cada paso, por esta pista solo pueden pasar vehículos
todo terreno, un turismo normal no es posible. La pista que nos sale a
nuestra derecha (Norte) la omitimos. Hay varias revueltas en el camino,
la más pronunciada es la que cruza un barranquillo y que nos avisa que
estamos llegando a la rambla del Repeníl a 720 m. altitud. La rambla del
Repenil desciende para encontrarse con el río Yator, nosotros
continuamos en sentido ascendente por ella, encontrándonos unos chopos
en mitad del cauce, que según la época del año, nos puede servir para
hacer una parada en el camino. A un kilómetro rambla arriba pasamos
junto a una fuente y el cortijo de la Virgen a nuestra derecha.
Continuamos y enseguida llegamos a la altura del cortijo de la Noria,
este cuenta con varias plantas de altura, la entrada está empedrada a
forma de era y tiene el pozo donde antiguamente tenían la noria. (Desde
este cortijo sale una vereda que comunica con el cortijo los Cipreses y
también se puede llegar a Jorairátar)
A partir
de aquí nos adentramos en el paraje conocido como los Tajos de Las
Palomas, coronados por el cerro del Convento, las paredes de la montaña
son cortes transversales hechos por la naturaleza y con cárcavas. En
estos espacios serranos viene bien recordar la importancia que tuvo para
los alpujarreños los pichones y palomas. Aves que no requerían cuidado
ni alimentación, permitían un aporte nutritivo en la dieta alimenticia
de los campesinos. La edificación de palomares en los cortijos conforman
unas construcciones singulares que son dignas de observarlas con
detenimiento por su singularidad. Además de desarrollar toda una cultura
popular de divertimento (colombicultura) el vuelo de estas aves por los
espacios montañosos conformaba una visión idílica del paisaje hoy sólo
reconocible en nuestro imaginario.
A menos de
un kilómetro del cortijo la Noria, encontramos una bifurcación, el
camino de la derecha llega a unas cuadras, lo omitimos y continuamos
recto por nuestra izquierda, cuando llevamos 2,80 Km. de rambla, pasamos
junto al cortijo del Higueral.
Trescientos metros más adelante encontramos una nueva bifurcación, hacia
la izquierda (Sur-Oeste) es el barranco el Oyo, lo omitimos y ya sin
pérdida alguna, ascendemos por la cuesta de la Guitarra hasta llegar al
cruce de Cuatro Caminos. Aquí encontramos unas ruinas de lo que fuera en
su día la venta del mismo nombre, un hito más de lo que habíamos
referido a la caminería pecuaria de la comarca. En este punto coinciden
la GR-142, hacia el sur la PR-32 “Sendero Contraviesa”, y dirección
Norte el PR-25 “Sendero Cádiar-Mecina”. Nosotros giramos a nuestra
derecha abandonando la GR-142 y comenzamos a ascender por la cuesta
Reventón por el PR-25. Una vez terminada la cuesta, las vistas sobre
Sierra Nevada son estupendas. Pasamos por delante del cementerio de
Cádiar que cuenta con una fuente con agua en su puerta y descendemos por
el camino cementado dando vistas al pueblo. Estamos a 933 m. de altitud.
Estamos
entrando al pueblo de Cádiar, cuyo topónimo “Qadir” viene a significar
“Cadí”, esto es un juez musulmán. Concretamente este lugar ya es
referido en el siglo XII (geógrafo Al-Idrisí) se conocía el lugar “hins
al Qadir” (el castillo del cadí). Este encastillamiento y su asociación
a una autoridad relevante, recuerdan la importancia que tuvo este punto
para imponer el dominio nazarí sobre el territorio. Durante el reinado
de los sultanes nazaríes Cádiar pertenecía a la taha de Juviles.
En pocos
metros cruzamos la carretera A-348 y nos adentramos por su barrio Bajo,
pasando por la plaza de la ermita con su fuente, y posteriormente por la
plaza del Calvario, donde en el barroco la villa realizaba ceremonias
pasionistas durante la Semana Santa (flagelaciones,…). Continuamos por
la calle Real, lugar principal en su época donde residieron importantes
linajes moriscos, como los Córdoba. Concretamente en esta villa nación
Abén Jaguar, uno de los líderes de la rebelión morisca y miembro del
noble linaje de los Valoríes (era el tío de Abén Humeya, rey de los
moriscos). Por esta vía llegamos directamente a la fuente del Vino,
situada en la plaza del pueblo, junto a la iglesia de Santa Ana.
Tras la
expulsión de los moriscos en torno a este espacio Felipe II estableció
un importante presidio (fuerte militar) con una importante guarnición
para proteger los caminos alpujarreños para asegurar el desplazamiento
de los repobladores que, llegados de todos los lugares del país,
marchaban por la comarca. Los soldados (cuadrilleros) corrían las
sierras en cuadrillas persiguiendo a los monfíes (moriscos renegados
huidos a la sierra que asaltaban a los viandantes). El capitán más
señalado del presidio de Cádiar fue Hernando de Arévalo, el único
miembro de su familia que sobrevivió a las matanzas moriscos y que se
hizo famoso por su dureza en la represión posterior. Constituyó un
linaje nobiliario de enjutadas alianzas y que campaba con orgullo en su
escudo de armas 8 cabezas de moriscos cortadas en sus hazañas militares.
Como
centro neurálgico de comunicaciones que fue, Cádiar contó con una muy
destacada feria de ganado en la primera semana de octubre en honor al
Sant Cristo de la Salud y la Virgen de la Esperanza. Durante el
recorrido ya hemos hecho alusión a la importancia pecuaria y a las vías
de comunicación y era en esta villa donde los ganaderos afluían a la
compraventa de reses. Por privilegio regido desde el siglo XVIII llevó
el título de Real Feria de Ganado, un evento que continúa celebrándose.
Tras
refrescarnos en la fuente del Vino, nos acercaremos por la plaza de la
iglesia a la calle del Mercado y descendemos al río por la calle Pie de
la Torre.
Llegamos a
un cruce y las señalizaciones de la GR-7 debemos seguir dirección Norte
y hasta Alcútar será nuestro sendero a seguir. El nombre de esta
localidad deriva de “Ayna al-kawzar", traducida como “Fuente del
Paraíso”, en alusión al vergel de huertas y huertos que generaban el
agua en esta zona. Con los años derivaría a "Alcota" "Alcunça" y
"Alcuza”,“Alcútar”. Durante la rebelión de los moriscos mataron en este
lugar a 8 cristianos que fueron enterrados al pie de la torre de la
iglesia, desenterrados en 1654, el espacio fue señalado por la iglesia
como un lugar martirial. Fue un hecho trascendental en la localidad que
tuvo enorme repercusión en el devocionario barroco con la devoción al
Sant Cristo de la Misericordia, a quien le depositaron los restos
inhumados como prenda sagrada.
Pasamos
junto a una plaza y enseguida se termina la calle, junto al molino. A
partir de aquí, andamos por un camino entre huertas, llegamos junto a
una pequeña balsa y enlazamos con un carril que va paralelo al río
Cádiar. Menos de un kilómetro, a la altura de Narila, sale un camino a
nuestra derecha. Tenemos la opción de tomarlo para cruzar por la bella
pedanía de Narila o seguir las indicaciones de la GR.-7 En caso de
decidir cruzar la población también tiene las indicaciones para salir de
nuevo a la GR
Atravesaremos la pequeña población de Narila andando por su calle
principal y atravesando la plaza del pueblo. El nombre de este pueblo
probablemente viene del término árabe «fadin al-aniidir o al-aniidin»,
traducido como el plural de «era», así, pues su significado serían "Las
Eras". En otras épocas fue conocida como «Marila» hasta derivar a
Narila. De esta villa era uno afamodo morisco conocido por el nombre de
El Partal de Narila. Fue un afadísimo y temido monfí, que desde antes
del alzamiento de la tierra ya se echó al monte en señal de protesta
contra las discriminaciones cristianas. Uno de los inductores del
alzamiento en la Navidad de 1568 perteneció al ala radical de los
cuadros mando de los insurrectos. Destaca de la localidad la ermita de
Sana Ana y la iglesia de San Esteban, cuya torre-campanario -levantada
en el siglo XVI- destaca por su solidez, ya que es característica de la
arquitectura que se levantó en esta época para proteger a los moriscos
de posibles insurrecciones moricas.
Continuaremos dirección norte, pasaremos por un puente y al pasar las
últimas casas continuamos por la pista entre grandes chopos y una
acequia, llegando al Área Recreativa de la fuente Agua Agria.
Nos
dirigimos ahora al río Grande de los Bérchules, lo cruzamos por un
pequeño puente muy artesanal y comenzamos el ascenso de los 250 metros
de desnivel que nos separan de Narila. Andamos por sendero entre campos
de cultivo, zigzagueando y cruzando varias pistas que encontraremos a
nuestro paso. Próximos ya al pueblo, la vereda pasa a ser un camino
empedrado que nos adentra entre las primeras casas del pueblo.
Ascendemos por sus callejuelas hasta llegar la plaza donde está la
iglesia de Santa María la Mayor, del siglo XVII.
Salimos a
la carretera A-4130 y ascendemos por ella el kilómetro que separa a
Narila de Bérchules y nos perderemos por sus calles, disfrutando de su
arquitectura popular, así como las impresionantes vistas sobre Cádiar,
la sierra de Lujar, la Contraviesa al fondo y la Sierra de Gador al
Este.
El nombre
de los Bérchules proviene de «Baryul» que significa «puerto o paso», ya
que desde aquí partía el camino que cruzaba la Sierra Nevada desde La
Alpujarra media a la comarca de Guadix. Fue poblada, según el cronista y
visir Ibn al Jatib, por el destacadísimo linaje de los Bannu Hassan.
Durante la rebelión alpujarreña, el último rey morisco, Abén Aboo, se
atrincheró en un antiguo castillo de la localidad en un acantilado de
cuevas muy fuertes cercanas al pueblo y donde morirían muchos moriscos
cuando las tropas reales asaltaron el lugar. Previo a esto, en una cueva
cercana, fue este rey fue traicionado por sus propios hombres, que
negociaron su indulto a cambio de su cabeza, concretamente en una gran
cueva y, según la tradición, tirado con su caballo en un lugar llamado
“La Patada”, en los Tajos del Reyecillo.